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INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EL MUNDO CORPORATIVO
“Mandar con el corazón”1
Por Reubén Bzr.
Desde que Daniel Goleman publicó su libro La Inteligencia Emocional en 1985, muchos líderes empresariales, siempre pendientes de lo que pasa en las grandes universidades y los investigadores de más renombre, vieron en su teoría un potencial de desarrollo enorme dentro del ámbito corporativo de las grandes empresas.
El mensaje que Goleman proponía es que era posible mejorar la competencia social y emocional de los trabajadores adultos, algunas investigaciones en la psicología y la formación y desarrollo de los deportistas sugerían que sí era posible, pero el mundo corporativo no encontraba aún, como obtener el mismo beneficio, con sus tradicionales enfoques hacia la capacitación de sus empleados.
El aprendizaje social y emocional que proponía Goleman era diferente del aprendizaje cognitivo y técnico que se proponía en las empresas, se requería de un enfoque diferente al de la formación tradicional, que busca el beneficio personal de cada individuo.
El éxito en el entrenamiento para el desarrollo de la inteligencia emocional está fuertemente influenciado por las cualidades personales como la perseverancia, el autocontrol y la habilidad para llevarse bien con los demás. Una persona con empatía y con la capacidad para sentir lo que era más importante para los clientes y desarrollar con ellos una relación de confianza, se podía convertir en un “súper vendedor”. Lo mismo sucedía en las áreas de servicio al cliente, con aquellos empleados más razonables con los clientes, acerca de sus problemas con el producto o servicio, con una mayor sensibilidad a la hora de ayudar a los clientes enojados a calmarse los llevaría a sobresalir de forma muy importante, ante aquellos que no tuvieran esas habilidades.
En el caso opuesto, aquellos ejecutivos brillantes que hicieron todo bien, excepto llevarse bien con la gente, o a los gerentes que eran técnicamente excelentes, pero no sabían manejar el estrés, se estancaron en sus carreras profesionales debido a estas deficiencias.
Fue entonces Los líderes empresariales comenzaron a entender lo valioso que son estos empleados "emocionalmente inteligentes" para sus empresas.
Pero ¿qué pasa con los muchos trabajadores que carecen de estas importantes competencias? ¿Es posible que los adultos se vuelvan social y emocionalmente competentes? Muchos líderes empresariales están menos seguros de que sea posible. Por ejemplo, el
decano de una importante escuela de negocios, cuando se le preguntó sobre la importancia de la inteligencia cognitiva en el trabajo, y estuvo de acuerdo en que era crucial. Pero cuando se le preguntó sobre cómo su escuela trabajaba para mejorar la inteligencia emocional de los estudiantes de la Maestría en negocios, contestó: "No hacemos nada, no creo que la inteligencia emocional de nuestros estudiantes pueda ser mejorada, ya son adultos con una personalidad formada y estas cualidades son desarrollado en las primeras etapas de la vida."
Hay quienes erróneamente afirman que la inteligencia emocional es una habilidad que se puede desarrollar de un día a otro. Existen infinidad de consultores que lo ofrecen y venden “talleres y seminarios” diseñados para ayudar a las personas a convertirse en emocionalmente competentes y socialmente hábiles. Desde luego que debe de haber programas bastante buenos, impartidos por psicólogos o consultores que entienden de primera mano y de forma experiencial lo que implica el manejo de las emociones, pero se ha puesto tan de moda que existen muchos otros que hacen afirmaciones poco realistas. Los peores son aquellos que generan una gran dependencia hacia las conferencias “inspiradoras” o experiencias de momento “intensas y efímeras”, como decimos coloquialmente, “como llamaradas de petate”.
El debate alrededor del tema continúa y hay aquellos convencidos que nada se puede hacer para desarrollar la inteligencia Emocional después de los 15 años y otros afirman tener la fórmula para desarrollar “Einsteins emocionales” en una tarde. Desarrollar las competencias sociales y emocionales es posible, pero debemos entender que no se desarrolla en un momento y que tampoco es una epifanía, es un proceso, como aprender un nuevo idioma. Se tiene que entrenar todos los días y a diferencia de la Inteligencia cognitiva, esta SI se puede desarrollar, cuando ya eres adulto no existe ninguna técnica para tener la inteligencia cognitiva de Albert Einstein, pero si se puede desarrollar la Inteligencia Emocional siguiendo los mecanismos de entendimiento y práctica adecuada.
Es entonces que podemos entender que las competencias de un liderazgo efectivo requieren de las habilidades técnicas y profesionales adecuadas, “el saber hacer”, pero para lograr altos niveles de excelencia, es indispensable contar con las competencias emocionales, “saber SER”. Daniel Goleman lo expone de la siguiente manera: “…mis investigaciones, junto con otros estudios recientes, indican claramente que la inteligencia emocional es la condición indispensable para ejercer el liderazgo. Sin ella, un individuo puede tener la mejor formación del mundo, una mente aguda y analítica y una enorme abundancia de ideas inteligentes, pero le faltará madera de gran líder”.3
Las investigaciones sobre el aprendizaje emocional y el cambio de comportamiento sugieren que es posible ayudar a las personas de cualquier edad a ser más inteligentes emocionalmente en Trabajo. Sin embargo, para hacerlo hay que reconocer la diferencia entre dos tipos de aprendizaje: el cognitivo y el aprendizaje emocional, consideremos el ejemplo del vendedor cuya carrera se limitó, debido a su carácter tímido, introvertido, y totalmente absorto en los aspectos técnicos de su trabajo. Sabía todo lo que requería para conocer a sus clientes, los productos que vendía, las estadísticas del mercado y las tendencias de compra vigentes. Lo que no cómo podía hacer, eran las relaciones sociales que construyera las conexiones adecuadas, la capacidad de hacerlo dependía de la competencia emocional, que no tenía y que requiere de un aprendizaje emocional, de la misma forma que para saber, requerimos del aprendizaje cognitivo.
La incompetencia social y emocional a menudo es el resultado de los hábitos automáticos profundamente aprendidos al principio de la vida y que se vuelven parte de nosotros y se manifiestan de manera profundamente condicionada e inconsciente. Se vuelven parte de nuestro repertorio habitual de pensamiento, sentimiento y acción, las conexiones neuronales que las apoyan esos hábitos se fortalecen, convirtiéndose en vías dominantes de los impulsos nerviosos. Las conexiones que no se utilizan se debilitan, mientras que las que usamos cotidianamente, crecen y se hacen cada vez más fuertes. Cuando estos hábitos han sido tan fuertemente arraigados, se convierten en la opción predeterminada del cerebro y la persona responde forma automática y espontánea, a menudo sin darse cuenta de la forma en que responde a cualquier estímulo. Por lo tanto, para el vendedor introvertido y tímido, su dificultad social es un hábito que debe ser superado y reemplazado por un nuevo hábito, el de la autoestima y la confianza en sí mismo.
Cambiar hábitos como aprender a acercarse a las personas positivamente en lugar de evitarlos, escuchar mejor, o para dar retroalimentación con habilidad, es una tarea más difícil que simplemente añadir nuevas informaciones a la antigua.
Una persona a la que se le dice, para ejemplo, que debe aprender un nuevo programa operativo por lo general le será menos complicado, que si se le dice que debe aprender a controlar su temperamento o convertirse en un mejor oyente. La perspectiva de enfrentarse a un proceso de reflexión, para desarrollar una mejor competencia social es más difícil de aceptar que un proceso de aprendizaje cognitivo, por lo que es mucho más probable generar resistencia al cambio. Lo que esto significa para el aprendizaje social y emocional es que primero hay que desaprender hábitos antiguos y luego desarrollar otros nuevos4, esto implica mucha práctica y observación, que los seminarios de un día simplemente no lo hacen.
En Mente Reflexiva entendemos el propósito de la formación corporativa, sabemos sobre los tipos de aprendizaje, el cognitivo es válido para desarrollar competencias tecnológicas y profesionales, y el aprendizaje emocional también se requiere para desarrollar las competencias suaves del saber SER. Sin embargo, los principios para el aprendizaje social y emocional son muy diferentes de que se aplican a las habilidades cognitivas. Nos enriquecemos con una variedad de campos diferentes, la psicología del deporte, la psicoterapia transpersonal, el comportamiento, y las técnicas de observación y meditación. Esta combinación de habilidades junto con la capacidad de nuestros profesionales de comprender de primera mano, los procesos administrativos y el manejo de negocios, nos dan una combinación de habilidades que apuntan a componentes que son facilitadores y sinérgicos para la eficacia social y el aprendizaje emocional.
Podemos concluir diciendo que es posible que las personas de todas las edades se vuelvan social y emocionalmente competentes.
Desarrollar la competencia emocional requiere que desaprender viejos hábitos de pensamiento, sentimiento y acción que están profundamente arraigados en nuestra conducta cotidiana y debemos entrenar para modificarlos y permitir así, que se desarrollen nuevos. Este proceso de entrenamiento y aprendizaje requiere motivación, esfuerzo, tiempo, apoyo y práctica consistente, sin embargo, estas fases se descuidan con demasiada frecuencia en la práctica.
Las empresas se abren con más frecuencia y valoran el entrenamiento y la capacitación para el desarrollo de las habilidades de la "inteligencia emocional".
Sin embargo, el esfuerzo que hacemos en mente Reflexiva, S.C. va dirigido a una plataforma formativa, en la que el aprendizaje personal y social es el objetivo. Hemos hecho los mayores esfuerzos e inversión para la gestión y desarrollo ejecutivo, así como la formación en habilidades de trabajo en equipo, liderazgo, gestión de conflictos, gestión del estrés, ventas, compromiso laboral, motivación y relaciones con los clientes.
Entendemos los mecanismos de pensamiento y observación, sabemos cómo comunicarlos y generamos un efecto multiplicativo y sinérgico. Promovemos el desarrollo de la inteligencia emocional en el trabajo, no como una moda de gestión o algo de paso, sino como un esfuerzo serio y sostenido, que es importante para todo tipo de profesional que busca crecer y ser mejor, para su entorno, su familia, la sociedad y desde luego y ante todo, hacia la empresa que lo contrata y le facilita que todo lo demás pueda suceder.
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1 - Goleman Daniel: Liderazgo. El poder de la Inteligencia Emocional 2011 © Ediciones B, S. A., 2013.
2 - IBID
3 - G. Edelman, Neural Darwinism: The Theory of Neuronal Group Selection (New York: Basic Books, 1987).
4 - 158.1 Covey, Stephen R. Covey. Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva: 1a ed.- Buenos Aires Paidós, 2003.