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LOS QUE PERDIERON... REFLEXIONES SOBRE UNA COMPETENCIA DEPORTIVA

Por: Reubén Bzr.

Hace algunos años asistí a un evento deportivo, en el que grupos de niños de diversas edades, competían para ganar una serie de competencias. Recuerdo esa competencia, ya que lo que observé ese día, habría de modificar de forma muy importante, mi entendimiento sobre el “proceso de darse cuenta”, que tienen los niños.

Era muy contrastante la actitud de algunos niños, que simplemente no sobresalieron en absoluto, en comparación, con la de aquellos que tenían resultados exitosos. Aquellos que lograron los peores resultados, al inicio de la competencia, se mostraban muy seguros e incluso prepotentes y agresivos con los demás niños, al finalizar el evento, su respuesta era de sorpresa e indignación, al haber conocido su resultado tan poco satisfactorio, en cambio aquellos que lograron sobresalir, actuaron muy tranquilos, tanto al inicio de la competencia como al final de ella. Mostraban su alegría al ganar, pero su actitud siempre fue ecuánime, como si supieran de antemano lo que habría de suceder.

Recapitulando el evento, me vino a la mente una de las primeras definiciones que leí en relación con la metacognición, definida por la Psicología Cognitiva, como la habilidad de darse cuenta de nuestras habilidades, aprendizaje y conocimiento

Interpretando el evento, bajo la óptica de esta definición, resultaba obvio, que los niños con los peores resultados tenían procesos metacognitivos, muy pobres, ya que eran incapaces de evaluar sus propias habilidades y débiles talentos deportivos, lo que implicaba que algunos competidores, tenían un falso sentido de confianza en sus habilidades deportivas.

Durante esos años, me dedicaba a integrar una serie de manuales de formación profesional para maestros de escuela primaria en Israel, y no pude más que llevar la experiencia anterior al ámbito de la educación, para encontrar que, en las escuelas, sucede lo mismo, si aplicamos la misma definición a las habilidades académicas, veremos cómo esa capacidad – o incapacidad – de darse cuenta, afecta que tanto y que tan profundo los niños aprenden. Aquellos con pocas habilidades metacognitivas, tienden a reducir sus periodos de tiempo de estudio, pensando que dominan el material, cuando apenas han logrado un entendimiento mediocre y casi nulo, en preparación para su examinación.

La consecuencia de este evento deportivo, en mi experiencia, me dio las bases teóricas, que habrían de convertirse en lo que hoy llamo, La Mente Reflexiva. Bajo la óptica de esta metodología metacognitiva integré una serie de cursos formativos diseñados para despertar el proceso automático a la reflexión, que contienen los principios formativos, para entrenar a los maestros a despertar dicho proceso en sus alumnos, a fin de enseñar entre otras cosas, cómo estudiar eficazmente.

La Mente Reflexiva, está dirigida a todos los administradores y profesores de escuela, ya que el buen maestro, no es el que mejor transmite los conocimientos, sino aquél que motiva el aprendizaje, la curiosidad y enseñe con su propio ejemplo.

A partir de estas reflexiones, se modificó mi entendimiento de la metacognición, para de finirla en los términos siguientes:

metacognición es la conciencia de una persona de sus procesos de razonamiento y pensamiento. Es el aprendizaje de nuestros propios procesos de aprendizaje y ser conscientes de ello.

En educación, tiene que ver con la conciencia de los estudiantes de su nivel de comprensión de un tema. Los estudiantes más débiles tienen típicamente pobre metacognición; son extremadamente confiados en su nivel de comprensión. Creen que tienen un buen entendimiento cuando en realidad, tienen una comprensión superficial y fragmentada que se compone de una información precisa, pero parcial y de una serie de conceptos erróneos, así como de ideas preconcebidas.

Por este motivo, los estudiantes “débiles” toman decisiones erróneas en relación con su proceso de estudio. Una vez que los estudiantes sientan que han dominado el material, generalmente terminarán de estudiar, antes de haber logrado una profundidad seria y la amplitud de entendimiento, requerida para lograr el éxito en los exámenes, a menudo creerán que sus respuestas son absolutamente correctas, para sólo sorprenderse, cuando solamente logran una calificación mediocre o mala.

La incapacidad de incorporar los procesos metacognitivos adecuados, dan como resultado la incompetencia, quienes suelen ser incompetentes no comprenden lo incompetentes que son. Las personas con una pobre metacognición son incapaces de aprovechar el estudio y el entretenimiento en general.

La ausencia de modelos de razonamiento y reflexión en las escuelas, son el resultado de la incompetencia y mediocridad en los adultos. Por lo que se vuelve menester, incorporar metodologías metacognitivas, tanto en los alumnos de infantil y primaria, enfocados al entrenamiento de los procesos de razonamiento, así como en los alumnos de secundaria y preparatoria, para ayudarlos a realizar un mejor trabajo, eficiente y productivo. Este proceso los llevará a convertirse en hombres y mujeres, más inteligentes, conscientes y felices.

¿Qué se puede hacer para ayudar a los estudiantes hacer un mejor trabajo?

Incorporar metodologías que promuevan la reflexión y la consciencia de los procesos metacognitivos, usar el entrenamiento y la práctica de dichos procesos, en la misma forma en que se aprende cualquier materia con contenidos académicos” y de forma curricular.

La reflexión y la metacognición, no se desarrollan de forma automática, aunque hay alumnos con mayor capacidad para realizarlos que otros, es necesario practicarlos. Cuando se cuenta con la metodología adecuada, logramos “despertar el reflejo a la reflexión”. Una vez cristalizado en la mente de los niños en general, se convierte en el mecanismo natural de dar respuesta a TODOS los estímulos sensoriales y perceptivos.

El mecanismo automático de respuesta reflexiva produce una serie de habilidades para la vida, que permanecerán incluso después de haber terminado cualquier nivel de estudios. Es entonces cuando el objetivo de las escuelas se habrá logrado:

Desarrollar habilidades para la vida, que van mucho más lejos que los contenidos aprendidos; producir adultos inteligentes, conscientes de sus limitaciones y habilidades, capaces de crecer y formarse, enfocados al éxito y a obtener lo mejor que la vida pueda darles.

Ya nos lo recordaba Albert Einstein, cuando dijo que,

“La totalidad de la ciencia no es nada más que el refinamiento del pensamiento cotidiano”.

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